Zoobranding


En una reciente investigación cualitativa que encargué a una reconocidísima empresa experta, volvieron a salir los animales a pasear. Porque no es la primera vez.
En lo más álgido, en lo más interesante, en lo que esperaba más ansiosamente, solo se les ocurrió volver a las viejas metáforas de hacer pasar a las marcas por la vergüenza de no ser ni siquiera personas con las que identificarlas, sino especies inferiores.
Y lo curioso es que hablábamos de ordenadores portátiles. Me pregunto hasta donde habrían llegado si habláramos de cereales para el desayuno.

Esa curiosa costumbre de acudir a la llamada de la selva cuando las palabras convincentes no llegan (o sencillamente, no existen) huele ya un poco raro. O nos toman por estúpidos (no por la discutible calidad metafórica, sino por la repetición) o es que de verdad la zoología explica muchas cosas. No acierto a comprender qué, más allá de ciertas costumbres que deberíamos tener olvidadas, como se empeñó en insistir Darwin.



Si levantará la cabeza...

Si su marca es excelente, seguramente es un caballo blanco. Si su marca es segura y fiable, inevitablemente es un pastor alemán. Si es agresiva, un tiburón. Y si tiene más o menos la edad de piedra…adivinen. No, dinosaurio es demasiado fácil…es un elefante (¿?)

En ese mismo estudio del que les hablaba más arriba, se trató de definir a una ya posicionadísima y distinguidísima marca de ordenadores como un burro…y cuando mi suspiro inicial alcanzó los decibelios de un choteo en toda regla, se me trató de reconducir a la lógica; no es burro por burro, sino porque es un animal fiel, que trabaja mucho y sin descanso y que nunca nos dejará en la estacada. Ya.
Tuvieron suerte de encontrarse en mí con un mero intermediario, porque si lo oye el brand manager a coces les devuelve a su cueva, esa donde parecen divertirse reescribiendo Los músicos de Bremen. Para cada cita como esta.


Tienen que habérselo contado...

En el maravilloso mundo del zoobranding, usted y lo que representa no son más que algo en algún lugar de la cadena trófica. Pero esto ya lo sabíamos, y usted lo vive cada vez que está en el mercado (su jungla). Caza en grupo, se aparea, y si tiene lo que hay que tener, rebaña los restos dejados por otros; los depredadores más despiadados. Y no hace falta que se lo digan en un informe.

Lástima que las metáforas animales, ya que estamos y no podemos evitarlas, se queden en la simpleza de un icono, en las perogrulladas de un cuento infantil, en las insulsas observaciones de expertos que como mucho tuvieron un hamster y que apuesto lo que sea a que se les escapó.
Puestos a crear alegorías, pensemos que el zoo que nos rodea es inmenso, y las jaulas o tienen los barrotes demasiado blandos o se han olvidado cerrarlas.

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