En sus camisas de fuerza


Leo con sorpresa que existe una enorme clasificación de trastornos mentales, y esto me hace sospechar que es dificilísimo escapar a alguno de ellos - especialmente porque el 99 se llama Trastorno mental sin especificación -. Piénselo, es una cuestión estadística.
No pretendo frivolizar con esto, pero no puedo evitar pensar en que todos, de alguna manera, estamos expuestos a caer o estamos a las puertas. Un nuevo estímulo en la mala dirección – que es el empujón en la buena – y ¡ya está!.

Lo más probable es que atravesemos por episodios esporádicos, casi sin darnos cuenta, y solo nos percatemos cuando leemos un poco sobre el tema. Voy a resumir esas que conocemos todos – yo no soy psiquiatra, lo siento – y trataré de demostrarle que la locura se encuentra ya entre nosotros, especialmente en el mundo del marketing…
Estrés
Esta ya sabe cuál es, y se sabe en ella. Se suele producir en el momento en que nos tenemos que enfrentar a algo o a alguien. Los síntomas más claros son la ansiedad y la tensión, la preocupación incontrolable, irritación, distracción, y dificultad en aprender cosas nuevas.
Ej: Tiene una reunión con un cliente, y lo sabe desde hace 25 días. Sin embargo, durante 24 días ha confiado en que siempre le quedara 1 día para prepararla, porque en realidad, es el tiempo – de usted – que él se merece -. Pero por sorpresa, se la adelantan a hoy, y solo le queda media hora, el tiempo justo de coger su coche, llamar por el camino – porque va a llegar tarde – y buscar una maldita excusa que explique porqué aparece de manos vacías o hablando de temas que tienen poco que ver con lo que se le ha convocado.
Neurosis
¿Cuántas veces le han dicho que usted es un poco neurótico? En realidad lo que le dicen es que tiene miedo o manía a algo y por eso se niega a hacerlo. Es algo parecido al estrés, pero notándosele – o incluso confesando abiertamente - lo que quiere evitar. Ansiedad, falta de acoplamiento, fobias, o impulsos descontrolados son algunos de los síntomas. En los casos más extremos, podría derivar en manía persecutoria.
Ej: En esa misma reunión de la que hablábamos arriba, es la típica situación en la que se decide no asistir porque entre los asistentes está alguien que le va a hacer esas preguntas que no va a saber responder, y que siempre las hace él y a usted. Y usted, que sepa, nunca le ha hecho nada como para justificar este maltrato. Y si asiste obligado por las circunstancias, procurará no mirarle, aunque eso requiera de estrafalarios giros de cuello – sorteando su situación en primera fila – o hacer oídos sordos a sus intervenciones.
Hipocondría
Usted ha faltado al trabajo como antes lo hizo al colegio. Al principio fingiendo una enfermedad…pero haciendo creer a su mente que de verdad estaba enfermo. Entonces, el cuerpo obedeció las órdenes. Esto, una vez, pasa…y no pasa nada. Pero si insiste, usted tiene todas las papeletas para ser un hipocondríaco, y cada vez que tenga pánico o pereza, echara esta sensación al cajón de las dolencias inventadas, esa que no sale de su cabeza. Que insiste todavía más – porque la cosa cuela – pues que sepa que padecerá de desórdenes ficticios, y esto aparte de sonar mas serio, puede convertirle en drogodependiente.
Ej: Usted no va a ir a esa reunión, como no lo ha hecho a las 6 anteriores a pesar de estar convocado. De hecho, piensa que es mejor no salir de su casa - ¿para qué? -. Y ellos deben pensar que le queda poco de vida.
Manía
Una consecuencia de la neurosis, y que se advierte en cambios de ánimo brutales, pasándose de la alegría al llanto, o de la actividad al pasotismo con extraordinaria facilidad. Los maniáticos - ¡qué expresión tan usada! – suelen ser hiperactivos durante un tiempo, dormir poco, parecer que nada va a poder con ellos…hasta que llega el bajón, y…adiós. Pero hay una forma intermedia, que aunque se llama hipomanía – y no le suena de nada – sus síntomas le serán terriblemente familiares; la creatividad y la productividad momentánea. Y eso está bien. Se siente importante y tira del carro, pero lamentablemente, y si se prolonga más de lo normal, puede llevarle a una psicósis por la cual mezclará realidad y ficción, el sano juicio y la alucinación más sorprendente. Si se quedara en usted mismo, no pasaría gran cosa. El problema es que tendrá la sensación de que los demás no le comprenden, van más lento, y eso, al principio le irrita, pero después, le dan ganas de pegar a todos.
Ej. Usted sufre un ataque in-extremis de clarividencia, y trata por todos los medios de cambiar las 150 diapositivas powerpoint a 1 hora del encuentro con su cliente. Se ha convencido de que todo lo anterior no vale, que lo que piensa ahora es lo que vende, y mira a todos los demás con furia encendida – por no verlo antes – mientras ellos simplemente y al unísono, aplastan sus dedos índices retorciéndolos en una de sus sienes.
Narcisismo
La persona con este tipo de personalidad tiene una incontrolable necesidad de sentirse importante, exitosa y admirada por todo el mundo. Son únicos – eso creen – y claros merecedores de favores especiales – eso demandan -. Pasan de los demás, aunque solo les tienen en cuenta para tenerles celos por alguna cosa que ellos consideran importante.
Ej: A la reunión va a ir vestido de etiqueta y no va a permitir preguntas. Y por supuesto, los que vayan con usted solo se limitarán a pasar las diapositivas en el portátil. De todo ello, espera aplausos.
Demencia
Si es usted medianamente joven, casi con toda seguridad no será un demente, aunque se lo puedan llamar en discusiones que terminan en duelo de insultos. Porque la demencia es mayoritariamente senil, como el Alzheimer. Pero puede tener ciertos síntomas que debe vigilarse de aquí al futuro. Puede que ya esté experimentando esas pérdidas de memoria…a pesar de DeMemory.
Ej: En el camino a la reunión, se pierde. Intenta poner el navegador pero resulta que ha olvidado la nota donde tenía apuntada la dirección. Va a llamar a la oficina, pero no encuentra el móvil. Decide volver a la oficina, pero no puede recordar donde trabaja.
Y hay bastantes más, no se crean. La paranoia, la esquizofrenia, el delirio, la depresión, desórdenes somáticos, fobias de todo tipo, mezclas de lo anterior, enfermedades sociales o las propias del ambiente laboral, especialmente tras las vacaciones o durante períodos excesivamente largos de vacas flacas.

Ya lo sabe, los locos nos rodean y son muchos más de los que nos habían contado. Pero no se apure, todos hablamos un lenguaje parecido…

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