Taxman

En un mundo descontrolado es normal que alguien quiera controlarlo. El problema es que no hablo de paz universal o de nuevos políticos con sensibilidad social. Hablo de todas esas cosas que antes nos costaban dinero, que de repente ya no lo cuestan (o de una manera que no valoramos) y que al final, hay quien se encarga de fastidiarla. Para el no-comprador, claro.

Ya habrán adivinado que hablo de los contenidos digitales, esos que usted y sus amigos se descargan a menudo (porque yo no, y menos por escrito) y que le permiten tener las 13.000 canciones de su vida en su Ipod, 1.000 películas en su flamante MediaPlayer, miles de e-books que no podrá leer en su vida y en la siguiente, en su pen-drive de 16 Gb, los mejores y más caros juegos de PSP-XBox-Nintendo-Game Boy-PC, sistemas operativos enteritos que dejan como idiotas a los pagalicencias - ¿queda alguno? - o cientos de fotos que coge de prestado en las webs de los demás, en Google Imágenes o en los no pocos bancos de imágenes online, y que rebosan su disco duro portátil y utiliza no pocos días en sus presentaciones comerciales o en los trabajos del colegio de sus hijos. ¿A que le he descrito bien? En quien estaría yo pensando.

Pues bien, cuando el roto ya está hecho, las discográficas se tiran de los pelos al no acertar a ver cómo reinventarse, y los guionistas de Hollywood deciden no escribir más…en todo esto, aparecen las cabezas bien pensantes solucionaproblemas y nos criminalizan, nos llaman ladrones desalmados y pretenden ablandarnos, mejor dicho, humillarnos, con esas historias de los jóvenes valores que no se podrán abrir camino - ¿hablan de los multimillonarios de O.T.? – o de esos cineastas españoles que no podrán estrenar más de una película – cosa que por otra parte, suele ser la media en el cine español de los últimos 30 años -.



Pena, lo que se dice pena, no dan

Y estas cabezas, u otras todavía mejor amuebladas y técnicamente preparadas, han tratado de hacer muchas cosas por si no funcionaba nuestro corazoncito solidario. Hicieron anti-copies pero tentaron a los hackers y a los crackers, que resultaron ser más listos. Trataron de meter más cosas en el mismo sitio – obligando a cambios de formatos en discos – y la industria hardware contestó con lectores DVD más potentes, que pueden hasta con la doble capa y el ripeo más pirata. Intentaron también dar más valor añadido a sus productos – lo cual les costó un mundo, porque se vivía muy bien cobrando cada vez más por el mismo esfuerzo – y funcionó un tiempo; siempre podríamos recurrir a YouTube o a los mantas más especializados.

Cuando todo estaba aparentemente perdido, alguien pensó que estaban haciendo el canelo tratando de poner freno a esto con las mismas armas que sus criminales, y trajo un poco de cordura; que paguen un impuesto. Et voilá! Surgió el canon digital, una copia burda y mal hecha de otras iniciativas europeas – aunque las hay todavía peores – y como lo que corre por Internet no hay quien lo pare, se trabajan al gobierno de turno para que cree un nuevo indirecto, les ayude, a ser posible, justifique la acción – todos nos beneficiamos de la cultura – y esconda lo más que pueda la trayectoria final que seguirá ese dinero. A los cabecillas de todo esto les conocemos todos, y todos hace años que ni les compramos discos ni les vemos sus películas. Porque no hacen.

Así que ya lo sabe, los recuerdos de comunión le costarán dinero – canon a la cámara – escuchar a un Elvis mp-comprimido como si le viera en Las Vegas – conste que ese dinero no va precisamente a Graceland – y le traerá más cuenta regalarle a sus hijos Érase una vez el hombre adquiriéndola en una de esas horribles promociones de televenta…o rescate sus polvorientos vhs.



¿Se acuerdan?

No, si yo en el fondo no estoy en contra de que me cobren por tener derecho a la vida digital. Pero siendo honesto conmigo mismo, quiero que lo haga Cary Grant.

Nota:

If you drive a car, I´ll tax the street
if you try to sit, I´ll tax your seat
if you get too cold, I´ll tax the heat
if you take a walk, I'll tax your feet...
cause I´m the taxman, yeah the taxman...
(The Beatles, 1966)

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