Hacerse los suecos, sufrir como polacos...



Pobre Polonia, una de las marcas más maltratadas por la historia y por la histeria. Un trozo de tierra apetecido por muchos, y que ha tenido la mala suerte de tener un posicionamiento natural - por territorio - demasiado cerca de esa Alemania primero de cargas prusianas, después de blitzkrieg nazis...y por el otro lado, de esa Rusia de Ivanes, después de zares, más tarde de stalines...y adentro del Muro.


Polonia tuvo al pianista más creativo de los tiempos, de inmortales polonesas. Y al bigotón más famoso del mundo, ese por el que todos aprendimos a decir solidaridad en polski. Y al Papa que rompió la hegemonía de la marca vaticana-pero-italiana. Pero a pesar de todo, sus submarcas personales solo han sido momentos en el tiempo, inmortales e influyentes, pero efímeras.


Los polacos han puesto siempre los millones de muertos en las guerras de los más locos - Napoleón y Hitler, por ejemplo - y la primera sangre de las sangrías más genocidas. La historia de una constante desgracia, y que solo se recuerda cuando les toca otra de esas y otra vez.


Y en nuestras mentes, una mezcla extraña. Polaco es el que trabaja sin descanso, el que resiste en la sombra, pero polaco es también el ser extraño y el adjetivo despectivo que no pocos países utilizan para denominar clases inferiores no integradas. Son el trabajo duro sin reconocimiento y la marca menos destacable, Porque siempre se la confunde gracias a todos nosotros, los sin-tiempo-que-perder...


Animo Polonia en otras de vuestras horas más bajas. Saldréis de esta, pero mucho me temo que después, os veremos igual que siempre...

Si no se mueven mucho, tienen que salir por narices



El que Google busque, no le hace diferente de otros buscadores. El que encuentre, ya lo hace mejor. Pero el que encuentre con precisión, rápidamente y con todos los medios conocidos, eso le hace único. Y el objetivo del resultado preciso ya estaba en la cabeza de sus multimillonarios creadores incluso cuando por delante tenían a los monstruos de hace 15 años, y la www solo pedaleaba.

"No solo a por las palabras, hay que ir a por las webs, a por las imágenes y a por los vídeos...cuando haya" debieron decirse. Y mientras mejoraban y mucho su tecnología echándole algoritmos al tema, el dinero servía para absorber empresas y para desarrollar innovadoras aplicaciones. Todas esas con las que soñábamos para darle votos de confianza a la Red y que sabíamos harían nuestras horas eternas frente a la pantalla.

Cuando Google hizo Maps y Earth se comió a los callejeros y a las webs de fotos aéreas, y les indicó el camino de la cooperación para la supervivencia. Mapeó primero a lo bestia, y después vino el detalle. Y con el detalle, lo mostrable y lo que tal vez era mejor que no se hubiera mostrado nunca.

Todos hemos oído hablar de las censuras a imágenes en Google Earth, especialmente las de edificios estratégicos e instalaciones militares en EEUU al principio, y en otros países - aunque no todos, ni mucho menos - después. Un "filtrito" difusor, un zoom que no hace todo el zoom...y a adivinar contornos, que ya era más que darse el viaje.

Pero a medida que Earth descendía y se encontraba con Maps, la demanda de servicios cada vez más precisos - otra vez - y segmentados - no solo pasear o willyfoggear - dieron origen entre otras cosas a esa maravilla que es Google Street View, la madre de todas las aplicaciones callejeras, esa que no solo fotografiaba y mostraba fachadas - como intentó con cierto éxito QDQ a lo building finder - sino que se metía en la calle misma y con todo lo que en ella se encuentra. Bonito o feo, que esto va de instantáneas, no de ejercicios photoshop.

Ahora en Alt Empordá están que trinan porque en la foto les salen las mujeres de alegre vida, que van y se colocan donde hacen clic...porque se hace muy difícil el clic sin que aparezca alguna de ellas, dada la densidad tan densa. Y en la discusión localista se dan cuenta que su reputación se hace añicos porque hay demasiadas curvas, en poco espacio y en trazados que al principio eran solo rectas. O al menos sus morales intenciones. Y le echan la culpa a Google, que se ha convertido en el paparazzi global y en el "aireador" involuntario de trapos no siempre "limpios", que si hubieran querido, los habrían recogido antes de la gran pose. Esa que les hace "marca", mella y mundiales...que queda un poquito más allá de Girona.

Non-stop pelvis...



La marca Elvis Presley es una marca que siempre vende. Lo hizo apropiándose de la palabra rock and roll - para desgracia de los verdaderos creadores, aunque algunos supieron chupar rueda - de las nuevas películas musicales a principios de los sesenta, e incluso de la marca Las Vegas, que aparte de casinos, locuras estrafalarias varias, películas de asaltos y veladas de boxeo, es lo más parecido al paraíso de los crooners, pero antes que de ellos, de Elvis y sus trajes brillantes, de acampanados pantalones y chaquetas con capa.


A Elvis le hizo mito su muerte prematura - aunque por excesos, tardía, seguramente - y las discográficas descubrieron el gran negocio de las recopilaciones, los revivals y los imitadores. Y después de muerto, también fue capaz de lanzar la marca Graceland, como ese lugar de peregrinación presleysiana, pero también de must-see de cualquier tour por los USA, siempre que uno no se quede en el este - por comodidad - o en el oeste - por glamourazo -. Hasta Paul Simon le rindió su musical culto.


Y con todo lo que Elvis ha dado y sigue dando de sí, no es exagerado pensar que existe una industria en sí misma, esa de royalties y merchandising que no cesa, que a cada año encuentra la excusa perfecta para exprimir un poquitín más esa marca inacabable, que extrañamente, solo tuvo 40 años de vida...lo cual viene a demostrar que las muy buenas marcas son atemporales, multi-explotables a poco que se les añada creatividad de la buena, supervivientes a pesar de que la dinámica de los negocios cambie, y de extraño calado extra-generacional, por mucho que las modas pasen y la música tienda a cada vez más ruidos, gruñidos y supuestas demandas sociales...que no es sino la manifestación más evidente del agotamiento del talento.


Ser una de los Presley, como bien saben Priscilla y Lisa Marie, es un chollo, a pesar de haberle aguantado en sus drogas y en sus delirios, y que su sombra siempre haya sido demasiado alargada, algo que por otra parte, a la primera le ha hecho ser la viuda más famosa de América, y a la segunda, y entre otras cosas, casarse con Michael Jackson.
Y ahora Elvis, nuevamente en venta, y seguramente volviéndose a vender extraordinariamente bien.

Joroña, que joroña



Grecia es un país de piedras bien colocadas, que cuantos más años, más valor, a pesar de que nos las sepamos de memoria. Y es un país de islas que hemos sobrestimado como paradisíacas, porque en algún momento a alguien se le ocurrió la idea de apropiarse de la categoría "crucero islas griegas"...para contrarrestar la de "crucero por el mediterráneo", que es de italiano dominio, con escalas en Costa Azul.


Más allá, Grecia es esa de aficiones aguerridas en lo deportivo, que cobran más fuerza cuanto más cerca del contrario y cuanto más encerrado está su ruido. Y la herencia testimonial de lo que hace miles de años empezaron a ser primeros juegos olímpicos, pero que los perdieron por mala gestión de marca durante los miles de años siguientes, de manera similar a como les han "birlado" los maratones, que en todas partes menos en Marathon.
Y seguramente de cierta tradición culinaria, pero olvidable, y de gentes simpáticas, pero desconocidas.

La marca "Grecia" ya no puede seguir viviendo de las rentas, y ni sus dioses - los más poderosos, y uno para cada cosa - pueden ayudarla. Porque Grecia es la marca pobre de esa Europa de atrás, la que se tiene y se admite por nostalgia, seguramente por respeto a sus ancestrales aportaciones.
Y en sus números, instituciones y obligaciones, es la anarquía italiana mezclada con la poca seriedad española. Pero "a la griega".

Y ahora, rescatarla solidariamente se nos hace especialmente duro. Entre la compasión y el "mira-tú-en-qué-maldito-momento. Teniendo la sospecha del "saco roto".
Grecia hoy por hoy ya no tiene valor, mientras su valor sea el de la suma de las aportaciones de nuestros bolsillos. Hasta que con el "agua al cuello", no le quede más remedio que subastar partenones.

Gaudeamus, vagueamus



Hay marcas que son difíciles de crear, y una de ellas es la de "universidad española". Formalmente, uno no puede hablar de una sola - porque hay tantas como CCAA, y porque en cada una, varias públicas, semi-privadas y privadas - y emocionalmente - que es con lo que nos quedamos y se quedan los que reciben el impacto - a quién pretendemos engañar a estas alturas.


La universidad española - como marca única - es un puro desastre cuando se saca el término por el exterior. Y lo es porque no tiene ni tradición - por mucho que apelemos a las milenarias Salamancas, Segovias, Toledos..., que está bien, pero puertas adentro - ni por especialización - en qué es buena España o alguna de sus múltiples nacionalidades? - ni por medios e infraestructuras, ni por apuestas político-educativas de nadie - que nos empeñamos más en SGAES que en culturizar de verdad - ni por el interés que demostramos siquiera los españoles, que llevamos unos cuantos añitos denostándola...incluso más allá de lo que la razón nos asiste.


El universitario español - salvo en algunas ingenierías, y a lo mejor, arquitecturas - es por lo general un vago de "tomo y lomo" que pasa de 5 a 7 años entre fiestas de colegios mayores, happenings, "muses" de bar, y apretones de última hora para salvar expedientes. Y con mucho tuenti y pocas ganas de salir a la jungla esa que le espera en el mercado laboral, donde van a saber de verdad "what´s happening". Lo saben ellos, lo saben las empresas, lo saben los políticos y a lo mejor, hasta lo saben sus padres...porque todos hemos sido universitarios.
Podemos echarle la culpa al "boogie", a los presupuestos, a las masificaciones e incluso a los profesores mal pagados. Pero ser universitario y en España es solo lo que hay que hacer para vuelos mayores y que se llaman masters.


Y salvo algunas honrosas excepciones como muchas de las privadas de más relumbrón, la marca es esa, la que no empezamos ni a creerla nosotros mismos, ni tiene identidad, ni imagen, ni "ná de ná". Y lo poquito de prestigio se lo debe a que por suerte, se habla español - donde se habla, claro - y eso abre puertas a 400 millones de personas.


No, es demasiado tarde para siquiera plantearse modelos a imitar - y si es USA, a reir toca - porque el esfuerzo es baldío, los bolsillos están rotísimos, y las ganas...quedan bien en las charlas de conferencias educativas internacionales...pero cuando en casa, pereza para hacer nada.


Universidad y en España es la guerra por su cuenta de muchas submarcas, con sus propios planes y que de los políticos solo quieren aprobación de leyes aunque no las entiendan. Seguramente para lo único que sirven y han quedado...

La ciberpasta ya no es tanta, o tal vez, ni quede


Hubo un tiempo y no hace mucho tiempo, en que Internet y Forbes eran marcas inseparables. Tal era el censo de millonarios instantáneos - norteamericanos, claro - que la prestigiosa publicación tuvo que hacer hueco entre CEOS de empresas de "relumbrón", "artistazos" y jet-set...para meter a un buen puñado de "weberos" y los que no, de los que ayudan a los weberos. "Techies" todos al fin, pero con una envidiable visión de la jugada, y un cariño especial del Nasdaq.


De hecho, tan temprana era la edad de estos "pimpollos", que la publicación pareció rejuvenecerse por momentos, y seguramente pudo tener la tentación de "rebrandearse" creando la submarca, Forbes Junior. Todos "barbilampiños", todos con la camisa por fuera, todos con esa cara de "uy la que he armado". Pero todos, recién jubilados en el purito comienzo de sus carreras.


Y sobre los ciber-millonetis corrieron ríos de tinta, bits y bytes, haciendo leyendas que casi siempre se situaban en garajes o en cafeterías de campus yanquis...y las leyendas se convirtieron en case-studies de masters y cursos que se precipitaban para subirse y ser arrastrados por la ola. Esa que dejaba a la del Poseidón en una ridícula marejadilla.


No tantos años después, los jóvenes nos parecen ya viejos - de tanto mentarles, hasta cuando no tenían que ver con lo que se decía - y sus negocios, pues bueno, como que a cualquiera se le hubiera ocurrido, y seguramente también le habría sonado la flauta. Porque Google, Amazon, Windows Yahoo o Ebay han debido existir siempre, en un mundo en que ya no se gana tanto dinero con esto, salvo el loco con suerte ese de Zuckerberg, que un día le dio por montar un negocio de "cromos", y ahora, no concebimos tener amigos sin que se nos muestren azulados.

No, esto ya no es lo que era, y las nuevas generaciones no podrán entenderlo nunca. El Hall of Fame envejece, y ni las cosas 2.0. pueden ya enriquecer ipso-facto a las mentes más precoces. O no sin que se las vea el "plumero"...