La similitud de las faunas, los nos-vamos-a-salir, los días sin fin y los acelerones de última hora son características comunes que o bien responden a un dejá-vu o simplemente al tiempo que me ha tocado vivir.
Un día en un bar y en una servilleta...se me ocurrió reflexionar que lo que nos hacía funcionar era precisamente aquello que creíamos no hacían los demás, pero que como finalmente si hacían, por eso mismo funcionaba. Y esta deducción que no pienso repasar porque la reescribiría, resumí en los siguientes términos:
Iniciativa cíclica
Esa especie de apasionamiento o desidia inicial por el/la que nos involucramos o no en los proyectos…y que mucho tienen que ver con lo cómodo o incómodo que con ello se sienta uno, la cantidad de personas con las que va a tener que lidiar y a las que va a poder o no evitar y las vías de salida que le sea fácil encontrar en el momento de mayor pereza. Y la llamo cíclica porque es como un estado de ánimo recurrente, como un tropezón de los gordos y sabiendo donde está la maldita piedra.
Re-creatividad
Esa tendencia perniciosa a re-utilizar argumentos y propuestas que no funcionaron para otros – y tal vez para estos sí – o esos menos argumentos y propuestas que sí se aceptaron pero que con el debido cuidado y disfraz, no vemos porque no van a volver a funcionar. Es una motivación entre el sentido común y la vaguería supina, pero lo suficientemente tentadora como para descartarse de un plumazo o por extrañas convicciones morales.
Valentía indomable
Resistencia enfermiza a no decir “no” y a tiempo bien por hambre, por ego, o porque somos empujados a ello. El “yo lo hago, y ya veré cómo” que se convierte en costumbre pasa fácilmente al “como ya lo he hecho antes, pues lo hago ahora también” y si todo va de cine, a cualquiera de los dos estados en que se puede manifestar la iniciativa cíclica (ver arriba, primeras siete palabras).
Y cuando lo vi escrito – no todo, por falta de espacio en la servilleta – me di cuenta de que así podía seguir durante al menos 58 términos más y no resolvería muchas cosas. Pero una llamada al móvil me devolvió a la realidad…y sorprendentemente mis reflexiones cobraban sentido.
Al menos y en mi caso, en las dos primeras.
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