¿Qué es eso de amigos para siempre?


La mejor frase del marketing es seguramente anóníma. Y reza así; fabricamos productos pero compramos marcas.
Esto me da pie a llevar el tema más allá…¿realmente somos fieles a los productos, a las marcas o a ninguna de las dos cosas? ¿Es que hay alguien fiel a algo o a alguien…todo el tiempo?

El marketing relacional (ja, como si hubiera un marketing no relacional) es una disciplina inventada por alguien al que seguramente no le alcanzaba el presupuesto para hacer anuncios y propagó la idea de que todo esto va de ir de a uno, de cuidar lo que se ya se tiene, de hacer amigos antes que clientes, y tiñó su discurso de frases del tipo yaseacabólarevoluciónindustrial. Y encontró un principio de justificación primero en el marketing directo (como si funcionara) y después en Internet (como si nos fiáramos del que no da la cara). La bola creció, se hizo grande…y ahora a ver quién es el que se atreve a cuestionarlo con lo que ha llovido. Está bien esto de personalizar un poco las cosas y no disparar siempre con ametralladora. Pero no es porque no se tenga puntería, sino más bien porque se acaba la munición más rápido.

Las relaciones son un concepto complejo, y más cuando se trata de gente que lo único por lo que se le hacen amigo es porque tienen un problema (su cliente) o porque quieren hacer dinero (su proveedor, o usted mismo, según sus circunstancias). Una buena base relacional, si señor.
Los vínculos emotivos, las pasiones por la marca o la confianza ciega duran tanto como lo que tarde en aparecer un nuevo y mejor postor con sus nuevas promesas.

En cualquier caso, hay una serie de normas o si prefiere mandamientos que no debe pasar por alto. A ello…

- No hay relación posible si no hay encuentro; porque a distancia, solo se llama amor platónico.

- Nadie se fía de nadie a primera vista o a la primera promesa. Esa es la razón por la que siempre pedimos referencias a alguien.

- En el hipotético e improbable caso de que eso que llama relación dure, siempre tiene que dar la sensación de que no se va acabar nunca, que todo será como el primer día. Algunos lo denominan lazos afectivos; yo lo llamo mentiras piadosas.

- Valoramos mejor lo que nos recomiendan, y además, cuantos más mejor. Aunque no lo crea, el impulso no existe; existe la pereza de análisis.

- Finalmente, todo responde a esa irrefrenable tendencia a valorar a los demás únicamente por lo que recomiendan, por eso abundan los consejeros y los descubridores, pero lo que parecemos olvidar es que lo que de verdad alguien descubre y le interesa, no lo compartirá nunca si considera que ya no será lo mismo.

Pero no sea desconfiado. Solo vigile sus emociones cuando se trate de marketing.

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