Master Mind


¿Pero qué estupidez es esa de que las necesidades se crean? Las necesidades se despiertan, y es entonces cuando activamos el deseo de satisfacerlas.

Al próximo que le venga con la cantinela de “vamos a crear la necesidad de…” prométame que, aunque sea su jefe o su mejor cliente, le va dar una clase magistral de psicología. Que se quede usted en su empresa o que tenga que buscar nuevos clientes – porque ese, ya no - eso es cosa suya. Pero…¿y lo a gusto que se habrá quedado?

Todos carecemos de algo. Y si no carecemos, por una extraña razón neuronal o cultural – ¡a saber! – al menos tenemos la sensación de que algo nos falta. Y no pienso meter a Maslow en esto, para que su pirámide no me robe el protagonismo.

Cuando falta algo, es harto difícil que nos quedemos quietos. Es tal el poder que ejerce el instinto de posesión – no el de supervivencia - que la mente empieza con sus jugarretas de siempre. Que si eso que hay ahí podrías tenerlo, que mira que lo tiene ese, que qué van a decir si tu no lo tienes, que mañana vengo a insistirte en que no has tenido el valor de tenerlo…Cada cual con su cabeza y lo que dios quiera que pase en ella.
Pero esta maniobra de nuestra conciencia no significa que esté creándonos algo nuevo. Está llamando la atención sobre algo a lo que antes no hacíamos ni caso.

Le cuento más trucos que nos aplican los sesos cuando se ponen de acuerdo entre ellos, para que esté alerta…

Cuando percibe algo como no posible, curiosamente, le contará la historia de que eso no es una verdadera necesidad. Sencillamente, no lo concibe, y la reacción es casi negarle su existencia. Aunque usted lo vea. No insista, de verdad.
Del mismo modo, cuando percibe algo que es le es indiferente o incluso, rechazable, actuará sin compasión contra su supuesta voluntad por conseguirlo. Y es tan rápida, que no le dará tiempo ni a caer en la tentación. Le anula.

En el caso en que llegue – le deje – satisfacer una necesidad, ya se encargará de hacérselo sabe activando todos y cada uno de sus sentidos, empezando por el del placer. Me he prometido a mi mismo no recurrir a Maslow, pero si Maslow hablara, le diría que eso es que ha subido un peldaño más en esa historia piramidal de búsqueda de felicidades secuenciales. Pero ¡ay¡ de usted como no consiga la satisfacción, o no del todo. Proyectará la sombra de la frustración profunda y le cubrirá por completo. Puede que hasta desee en esos momentos no haber deseado nada nunca en su vida. O incluso, paradojas de la vida, que su quiero y no puedo active en usted los resortes del “¿cómo que no puedo?”

Algo importante sobre las necesidades – que le repito, se despiertan, no se crean – es que no es probable que tenga una sola, o que tenga varias y no estén de alguna forma relacionadas. Y puede que hasta no se dé ni cuenta. La mente humana ha sido programada de tal forma que aprende - ¡fíjese! – y es capaz de mezclar las cosas. Aquí se aplica el una lleva a la otra con facilidad pasmosa. ¡Maldita pirámide!

Pero su mente y la mía, y la del de más allá, también tienen sus momentos de debilidad, y nos dan un respiro en este deseo incontenible de satisfacciones. ¿Qué como lo hace? Evidente. Creándole la ilusión de la satisfacción, aunque sea temporalmente. Si esto se logra, resulta que ese tipo de necesidad se atenúa, e incluso se elimina por completo. En realidad no hace desaparecer la necesidad, sino que la adormece, y en nuestra lista interior baja posiciones.

Llegado usted a este punto, y con su jefe o cliente en el noveno de sus bostezos, lo lleva al marketing y establece:

1. A los clientes hay que satisfacerles, sí, y para eso este producto o aquel servicio. Tenemos que hablarle a su mente, y que vea la utilidad, el beneficio, el summum. No quiere oír de nosotros que le estamos creando la necesidad de tenerlo, sino que le abrimos los ojos empezando por decirle algo del tipo eh, ¿a que no había reparado en esto?. Después, que se queden a solas (su mente y él).

2. Como sus mentes son complejas y no sabemos muy bien pero hacen extrañas asociaciones, estamos totalmente convencidos que podemos jugar con sus necesidades hasta tal punto que se las satisfagamos de poco en poco. No de golpe, que le vendemos un producto y ya está. Vamos a buscarle recorrido e inventemos diferentes formas de satisfacerla. Que nos use para varias cosas, en distintos momentos, que requiera que le aportemos más cosas. Engañemos a su mente y le tendremos para siempre.

Se levanta. Se acerca a la pizarra y le escribe en grande “LAS NECESIDADES SE DESPIERTAN” y acto seguido se va. Le deja pensando. Y usted piensa según sale si tal vez se ha pasado de listo.
Pero le deja a su mente ese trabajo.

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