A cada frase, un poema


Clase de lengua y no se me escape. Si le digo que es usted un trópico ¿cómo le suena? A Carmen Miranda o a vacaciones. ¡Que más quisiera! (no me atrevo a preguntarle cuál)
Trópico por tropo, que en lingüística es una licencia que consiste en el uso de una palabra inapropiada para designar un concepto. Y le ahorro la etimología, por no tener que ir a Menú Insertar/Símbolo…y así durante una docena de veces.

Los tropos son lo que usamos en el 82,5% de las veces que hablamos, según el último estudio realizado por la Facultad de Ciencias Lingüísticas de la Universidad de Michigan, EEUU. Perdone el dato preciso y la fuente, pero es que si no, no se lo creería. Uno tiene sus recursos.
¿Qué no? Paseo por la lingüística del marketing para que se convenza. Lo ha querido leyendo hasta aquí:

La metáfora, que aunque la usa continuamente, es incapaz de describir. Pues bien, es la identificación de dos términos entre los cuales existe alguna semejanza. Una figuración.
Por ejemplo, cuando dice mi director de marketing es bastante flojo de entendederas o que es de mente relajada, o que le falta un herbor, usted está metaforizando una realidad que le consta, pero que en el simbolismo encuentra el desahogo buscado.

La alegoría, que consiste en representar con alguna forma reconocible una idea abstracta.
Por ejemplo, en un gráfico, una curva decreciente delante de sus jefes representa que se queda sin presupuesto, o que no vende nada, o que le quedan cuatro días. O todo eso al mismo tiempo. Si le da la vuelta, usted no solo demostrará miedo, sino que estará creando una hipérbole (ver)

La hipérbole, o sea y como la propia palabra indica y usted ya ha deducido, una exageración muy grande. Para llamar la atención, vaya:
Por ejemplo, cuando dice los clientes nos han pedido algo así más de un millón de veces, usted está hiperbolizando la figura del comprador – que no le ha pedido nunca nada – y exagerando superlativamente su número, que no le salía en esa segmentación que tenía en el plan que presentó a principios de año. Porque no es posible que unos cuantos hagan tantísimo ruido.

La sinécdoque, o la parte por el todo.
Por ejemplo, cuando dice qué huevos tiene ese product manager realmente está haciendo una doble figura lingüística; hace sinécdoque al concentrar en una parte especialmente sensible su simbolismo – como si ese product manager solo tuviera eso o especialmente apreciables – pero también enfatiza (ver).

El énfasis, aparte del proceso de elevar la voz si ha caído usted presa de la hipérbole, consiste en emplear una palabra o expresión en un sentido más preciso que normalmente, para intensificar.
Por ejemplo, lo que tenemos entre manos es un auténtico planazo, que más allá de su verosimilitud que solo a usted corresponde corroborar, eleva a la categoría de magnífico algo que pasaría desapercibido y seguramente, se incumpliría.

La antonomasia, es la sustitución de un nombre propio por una expresión.
Por ejemplo, los mundos de yupi o el país del pequeño pony, denotan ese lugar de carácter imaginario donde los productos se venden, las cuentas salen, y a los de marketing les ponen medallas. ¿Qué cuál es el nombre propio sustituido? Disneylandia.

La ironía, que es una de sus preferidas – y de las mías – que se trata de dar a entender lo contrario de lo que se dice.
Por ejemplo, la archisabida y socorrida frase nos vamos a salir es de las más universales y mayores ironías que uno se puede encontrar en una convención de ventas, o en el discurso de Navidad de la sala de juntas. Aparte de una mala profecía.

La metonimia, que consiste en designar una cosa o idea con el nombre de otra, sirviéndose de alguna relación semántica existente entre ambas. Y de estas hay un montón, aunque sin ánimo de abusar le daré unas cuantas:
Le falta chicha, por decir, le falta marketing
Y va, y se fuma un puro, por decir, pasa de lo que pase en ese mercado
Está comprometido con la marca, por decir, o bien que se lo cree, o lo que es más probable, que para eso le pagan.
Nos dirigimos a la creme de la creme, para denominar la determinación estratégica hacia los convencidos, los engañados o simplemente, hacia los que tienen dinero.
La empresa está orientada al mercado, que puede tener varios sentidos; o es el todo por la parte, teniendo en cuenta que si hay alguien que lo está, son seguramente pocos; o la parte por el todo, considerando que exageramos llamando mercado a esa ridícula participación que tenemos; o más literalmente, que la localización física del edificio permite divisar una zona de compradores.
¿Se da cuenta ahora de que cuando dice lo que piensa, está de alguna forma haciendo poesía? Pero dicho esto, no se me embale o saldrá a vender con lira.

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