Vienen, comen y se van



Anda España enfrentada entre aficionados futbolísticos cuyas estrellas son marcas intocables, y españolitos de a pie que celebran que por fin se las toque. Y donde más duele, en sus dineros y sus impuestos.

El problema de fondo de esta llamada reforma de la "Ley Beckham" es un problema de marketing y de los gordos, porque pone en confrontación dos sentimientos contrapuestos; uno moral - y envidioso - por el que está bien visto que los señoritos futbolistas y además extranjeros coticen como todo hijo de vecino, aparcando el viejo mito de la tierra española de conquista y pillaje; el otro, emocional y miedoso, teme que cuando la jauja salga más cara, ni liga de estrellas, ni cracks galácticos, ni veranitos entretenidos con culebrones de talonario en ristre y deseos de ver portada de Marca a la mañana siguiente, lectura obligada y masiva de tumbona y tenderete playero.

Y en esta mezcla de sensaciones encontradas, queriendo su dinero pero también sus mejores regates, todo huele a polémica y a que España puede que pierda su ventaja competitiva tan tramposa, esa de glamour subvencionado pero que con los oídos sordos, es un maravilloso "pan y circo".

Es el tiempo de las grandes marcas "más que un club" y la medida de su poder de atracción cuando las cosas se ponen más feas y menos baratas.

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