Un poco de fitness y un correr despavorido al embarque
El sueño dorado de un product manager es que su producto - o su conjunto de ellos - se alargue en el tiempo y se venda siempre como el primer día. Y para ello, necesita dinero y grandes dosis de imaginación. El dinero se le va siempre en publicidad - cuando puede - en repartir moneditas por el canal - como en Venecia - y en aventuras muchas veces absurdas que le conducen hacia "cobrandings" ruidosos, pero sin pies, ni cabeza, ni futuro. Y por supuesto, presionado por el inexorable paso del tiempo que todo lo arruga, surge la tentación de la extensión, que a veces se entiende como "y si le añadimos también esto" y otras como "también esto puede hacer eso". Lo cual, es sinónimo de parche.
En raras ocasiones es el cliente el que da ideas suficientemente convincentes como para hacerle cambiar de estrategia, porque en eso, el cliente no siempre tiene razón...o por lo menos él no está ahí para dársela, faltaría más. Pero si un nuevo cliente tiene la brillante ocurrencia de hacer un uso insospechado del producto, estos usos tienen un efecto multiplicador inmediato y además no implica ni rediseñar, a ese product manager le ha tocado la maldita lotería, y si es un poco listo, el marketing ya no lo hará de producto sino de su sempiterna mente inquieta que una vez más, da con soluciones.
Lo de WiiFit y su posible aplicación en los sistemas de seguridad de aeropuertos en Estados Unidos suena a programa de "cámara oculta", pero si el tema funciona, es posiblemente una de las más asombrosas ideas de marketing creadas en los últimos años, y con un producto que está en la "cresta de su ola".
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