¡¡¡¡Que vienen (nuevamente) l@s rus@s!!!!


Hubo un tiempo en que la marca URSS - que luego veíamos como CCCP - aparte de sus connotaciones aislacionistas, kgberas y katzachovistas, era vista como la marca de los deportes duros, de equipos fornidos y autoritarios, y cuanto más invernales e inaccesibles mejor. En todos los JJOO de invierno, casi todas las medallas, en hombres y mujeres, y las que no, para los países de al lado, medio-soviéticos ellos.

También el basket se les daba bien, motivados seguramente por esa rivalidad con los americanos cuando se bajaban ambos de sus peleas en las estrellas.
Y en general, salvo tal vez en fútbol, en todos aquellos juegos donde varios rusos se juntaran, y a nosotros se nos trasladaba la idea de que llevaban encerrados muchos años, con duros coroneles a modo de entrenadores-tutores...y que si perdían, pues a Siberia.

Sí, ese mito y su poder amenazador para con sus rivales duró lo que el telón de acero y la fragmentación explosiva de las repúblicas que vivieron su medio siglo apretadas con calzador. Los rusos, que ya eran rusos hasta de identidad corporativa, tuvieron un corto período en el que vivieron de esa "renta del pánico", esa que provocaba el que todavía se les viera como los hijos de los temidos soviéticos. Pero después todo se esfumó...

La marca Rusia es hoy sinónimo de muchas cosas, que van desde la mafia al glamour - en el sentido más ruso del término - desde el "pasarlas canutas" al pelotazo - o más bien, "pelotov" - desde la sensibilidad artística hasta la insensibilidad para con sus gentes, ahora independizadas.

Y en esa transición de vertiginosa velocidad, se crearon nuevos modelos, a veces contradictorios con la realidad de la calle, a veces excesivamente "occidentalizados" para lo que eran capaces de comprender. El ejemplo de los tenistas de élite, es una de esas muestras de que la marca ya no es sinónimo de comuna, sino de individualismo exacerbado, como en un capitalismo no del todo bien entendido, entre otras cosas, por las prisas en implantarlo.

Jugar al tenis en Rusia ya no es "americano", sino el petardazo que pega la olla a presión, el "ya que cambiamos, que sea a lo grande". Y cuando se ponen a ello, pocas veces fracasan, seguramente por lo único no condenable en el espíritu de los viejos soviéticos; su capacidad de sacrificio y sufrimiento.

Hoy hablamos del tenis, pero mañana apuesto a que de golf...

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