Lo increíble siempre vende...y lo invisible, es un constante soñar
El día que mis ojos y los vuestros no vean cables, hilos y cualquier cosa que pueda conectarse con algo y con tendencia a enredarse, ese día...la ciencia-ficción ya no podrá nunca más sorprendernos.
De acuerdo que somos cada vez más móviles e increíblemente más wifi, pero quien más quien menos, tiene su "pequeño" follón montado en casa, normalmente localizado tras televisor del salón o dondequiera que se den cita un par de aparatos. Porque sorprendentemente no nos hacen falta muchos más para crear el gran "nudo gordiano".
La batalla técnico-científica por dar con la "invisibilidad" tiene ya años de historia, y nos resulta familiar y cotidiano el encontrarnos con artículos, noticias e incluso anuncios que profetizan el fin de la vida cableada...aunque la realidad es que esto jamás llega, salvo en algunos dispositivos, que exceptuando al módem, ni nos van, ni nos vienen.
Pero como el tirón bluethootero-wifista es un "monazo" de cuidado, los probamos, y cuando nos queremos dar cuenta, nos hemos hecho con un considerable arsenal de productos que usamos en ese ansioso "primer día", y solo si hemos sido capaces de hacerlos funcionar. Porque a ver quién es el-la guapo-a que no se ha dejado esa tarde-noche - mañanita, cuando son navidades - lidiando con instrucciones mal traducidas y ondas que no llegan o que se expanden sin sentido. Si es que lo hicieran en algún momento.
El marketing de las conexiones invisibles tiene el toque técnico justo, pero el injusto enfoque embaucador que juega con la percepción más ignorante, y la presión de la gran profecía por la que nuestra vida va a ser infinitamente más cómoda, y que la incomodidad - y por ende, la estupidez de no cambiar - es solo tuya, que no estás con los tiempos o que tienes un anticuado sentido de lo que es "decorar" tu casa. Y es un marketing que se propaga imparable primero en notas de prensa, desde el soporte científico, por lo creíble, hasta el soporte consumista, por lo oportuno...se convierte en publicidad de marca - la pionera - y termina con bombardeos no selectivos a todo lo que se mueva, que tendrá un buen puñado de cables en su vida diaria.
Y para qué dar explicaciones de cómo lo hacen, salvo que las pida el listo-escéptico de turno.
La que toca, es otra "americanada" más - porque inventan ellos casi siempre - esta vez de la Universidad de Purdue, y otra vez los lásers, las radiofecuencias y las conexiones moleculares tan lejanas a nuestro entendimiento.
¿Es este el descubrimiento definitivo? A quién le importa, si lo creeremos igualmente...
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