Guau, qué montaje!
Entre una trama a lo Agatha Christie y "Pret a porter", salta la noticia de la muerte de una perra en un desfile de moda canina y se convierte en esa historia morbosa que cada de vez en cuando necesitamos, aunque las mascotas y lo que hagan con ellas, a la inmensa mayoría, ni fu ni fa.
Misterio servido y con intervención de policía forense, en una reinterpretación a lo CSI; o se ha ahogado en su propia prenda, o la han envenenado.
La cosa tiene su morbo, cuando "paralelizamos" con el mundo de los humanos y "humanizamos" la historia, algo de lo que ya se han encargado no pocas marcas haciendo de la industria mascotera - o su supuesta parte más chic - una extensión "oportuna" de su oferta. A target "pijo", démosle "pijerías".
Y lo que los más profanos a esto siempre habríamos encasillado en ese entorno norteamericano de "super-adopción animal" - sí, ese en que perros y gatos son también hijos y no pocos, con derechos a herencia - o en las sofisticadas esferas de los "millonetis más amanerados - que percibimos como franceses, italianos y duquesas rusas - no podemos dejar de sorprendernos al comprobar el tinglado que hay montado, donde firmas, diseñadores, desfiles, showrooms, coberturas mediáticas, y glamourazo se unen como en la "vida real", dejando atrás el jugar a las "barbies".
Sí, estos animales y por derecho propio, merecen ya su perfil facebook, y su actividad pública "minuteada" en Twitter...Y no pocos fans les creerán capaces de dar a las teclitas. Tal vez la solución al enigma de "la muerte en una pasarela" no haya que buscarla en celosos dueños o sicarios del mundo canino. Tal vez las propias mascotas tengan algo que "ladrar" al respecto...
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