¡Eureka!
Fíjese…
INVENTAR
Hallar con ingenio o estudio una cosa nueva.
INNOVAR
Mudar o alterar algo, introduciendo novedades.
¿Por qué le digo esto? Para demostrarle dos cosas; que consulto diccionarios de vez en cuando, y que a estas alturas, todo está inventado.
Yo hace años que llegué a la conclusión de que no vale la pena gastar neuronas en intentar ser Thomas Edison. Lleva demasiado tiempo, y después va un listo y te lo fusila, o te lo modifica y llega antes al Registro, o directamente, te lo roba delante de las narices. Dejándote con un palmo de idem.
En nuestra vida y durante algunos momentos de máxima alucinación, la tentación inventora es fuerte. Son esos momentos en los que acabamos de leer o ver en cine la biografía de alguien, o más comúnmente, en un ataque de irrefrenable iniciativa empresarial ves mercado, ves dinero, y no ves a nadie que te pueda hacer sombra. Suele pasar al final de un máster – pero eso es solo un juego – en un momento de cabreo con el jefe, o cuando su CV no encuentra comprador. Pero en realidad no se piensa en inventar, aunque así se le llame, sino en innovar…que no es sino la palabra más cercana a “eso es mejorable” o “eso aquí tendría éxito”. Y sin embargo, nos resistimos a utilizar innovación como término que culmina nuestra visión más creativa, acaso porque lo asociamos a I+D+I – ¡qué horror! - o simplemente a que no somos tan listos como nos creíamos…
Pero piénselo por un momento y se convencerá. Cuando nos da por ser creativos – por pique, amor propio o por enfermedad intratable – buscamos referencias, utilidades reales y clientes imaginarios que creemos insatisfechos, todo sobre la base de productos y servicios que ya existen. Porque lo que no existe – o desconocemos – es sencillamente inconcebible. Y como nuestra mente está programada o para seguir órdenes o para ver cómo hacer dinero, reducirá sus sueños a aprovechar oportunidades, de la forma más rápida o con el menor esfuerzo posible. Le den un soplo o lo vea usted en una feria, a eso que usted ha visto u oído le asocia un mercado potencial, que por extrañas razones no investiga o lo hace de forma escandalosamente superficial, y se ve inmediatamente fumando puros y con gorra de patrón de yate. ¿Qué ha hecho realmente? Hacer suya una historia de otro, en distinto sitio, y con unas ganas de aventura tremendas. Tal vez innovando…pero no me mienta, usted no ha inventado absolutamente nada.
¿Qué lo quiere más técnicamente? Atienda un instante y verá a qué reduzco todo esto…
Innovación por desubicación
Usted se lleva la idea ajena a su casa, y le da una forma casera. Telepizza copió a Domino´s, e Imaginarium…ni siquiera le cambió el nombre.
Innovación por cambio físico
Usted hace más grande o más pequeño el producto. Incluso después le da un nombre propio.
Apple con Ipod copiando y mejorando los primeros mp3 (que yo tuve un Creative, oiga) y el resto siguiendo la estela…
Esto si hablamos de diseño, porque si hablamos de ganga…simplemente más por menos
Innovación por cambio de hábito
Usted cae en la cuenta de que lo mismo, a otras horas o para otras cosas, también les vale.
Los cereales de desayuno se solidifican, se hacen barra, y curiosamente, se comen sin mojarlos en nada y a uno le creen el más sano del mundo.
Innovación por comodidad
Usted percibe pereza en su mercado, y le resulta terriblemente familiar. Decide llevárselo a casa – a la de ellos – o que le compren desde lejos – por ejemplo, Internet -.
En realidad, me valdría el ejemplo de las pizzas – y de casi todos los teleservicios – pero yo sé que usted piensa en los billetes de avión low-cost, en las tarjetas de embarque por la impresora, y que no hace mucho tiempo todavía empujaba un carrito metálico.
Y habría una última innovación, pero que en realidad se trata de un valor añadido aplicable a la mayoría de las innovaciones anteriores. Es lo que yo llamo la innovación por potpurrí de cosas, y que puede consistir en añadir más servicios – normalmente asociados a mayor comodidad o asesoramiento, es decir, cuasi-servilismo – en añadir más productos – la fórmula tratamiento completo de los champús y acondicionadores, pero también todos esos productos que inexplicablemente traen otros que poco tienen que ver – o en la fórmula más agresiva, añadir de todo, decirle que con su compra financia en parte una obra social, y además, acaba de entrar en un maravilloso sorteo.
¿Aún le quedan ganas de ponerse una bata y que le exploten los tubos de ensayo?
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