Parece que fue ayer cuando nos resistíamos a dar el salto, a pesar de que todos los indicios - técnicos y comentados - nos hablaban de una nueva forma de escuchar música.
Pureza de sonido, calidad digital - y no sabíamos bien qué era, pero sonaba a evolución - y esas leyendas urbanas de que por fin los discos ni se ensuciaban, ni se rayaban ni se partían.
La sustitución del vinilo por el digital tuvo el impulso típico de la novedad bien vendida, y la pereza necesaria del que debe re-coleccionar, algo a lo que nos ha habituado y mucho el vídeo en su guerra horizontal y vertical de estándares y formatos que a su vez ha tirado y bien del hardware complementario - esos televisores sin líneas, esos televisores que se salen de su marco -
Los 30 años de CD han demostrado que la tecnologías bien concebidas y que satisfacen necesidades, pueden durar y hasta cambiar por completo industrias, a pesar de que con el tiempo - y más, en digital, que no hay quien lo pare - le salgan tecnologías contestonas - mp3, mp4 - o llamamientos hacia la revolución retro - el neo-vinilo -
Pero al pequeño disco, que le quiten lo "bailao"
Los 30 años de CD han demostrado que la tecnologías bien concebidas y que satisfacen necesidades, pueden durar y hasta cambiar por completo industrias, a pesar de que con el tiempo - y más, en digital, que no hay quien lo pare - le salgan tecnologías contestonas - mp3, mp4 - o llamamientos hacia la revolución retro - el neo-vinilo -
Pero al pequeño disco, que le quiten lo "bailao"